El Chalten te enseña

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Cada viaje son un montón de experiencia, algunas aplicadas y otras nuevas por aprender. El Chaltén nos enseño a ser pacientes y esperar el instante adecuado en el momento menos esperado. 
Aprendimos a convivir con el viento, la carpa parece a punto de colapsar todo el tiempo. No te deja dormir el solo hecho de pensar en que vas a abrir los ojos y te vas a despertar colgado en una montaña.
La luna tiene un brillo especial, increíblemente fuerte, casi tanto como el sol. Alcanza y sobra para dar una vuelta por la noche.
Por otro lado, uno de los puntos que llama la atención es la cantidad de gente que uno se encuentra caminando por lugares inhóspitos y sobre todo en las condiciones que transitan. En los lugares turísticos siempre se encuentra algún personaje medio perdido que no sabe de donde salió ni a donde va, pero en el caso de El Chaltén, estando Parques con una presencia tan fuerte, parecía que esto no iba a suceder.
Durante el trekking que sale del pueblo y llega a Laguna Torre nos encontramos con varios extranjeros comenzando el sendero a horarios límites, sin mucha idea de a donde tenían que llegar. Cosas que deducimos por el tipo de preguntas que hacías al cruzartelos de frente.
Uno de los más extraños fue encontrarnos con tres Austriacos, dos chicas y un chico, de otro lado del Río Fitz Roy, al cruzar la tirolesa. Estaban medios perdidos sin saber por donde volver a cruzar y los tuvimos que pasar de lado con nuestros arneses. Al parecer habían encontrado un paso con poca agua, cruzaron para ir a dar una vuelta del otro lado, pero después ya no era tan fácil volver en sentido contrario. Por la cara que tenían, era como toda una aventura. Todavía era temprano, tenían mucho tiempo para resolver el tema, en el peor de los casos vadeaban un poco y listo. Pero la verdad es que no está bueno ver esas cosas, más que nada en lugares donde el punto de civilización se encuentra a 10km de camino de montaña.



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